domingo, 29 de julio de 2007

LA EXCEPCION, NAVARRA

La excepción navarra      Iñaki Cabasés Hita
http://www.deia.com/es/impresa/2007/07/28/bizkaia/iritzia/387422.php

no se puede ser neutral con un partido que alienta la guerra civil, que es
franquismo puro y duro". Esta frase, referida al PP (aquí de nombre UPN)
pronunciada este mismo año por el recientemente fallecido Jesús de Polanco,
considerado un adalid de la democracia, respondía a la estrategia política
seguida por ese partido para ejercer la oposición.

Estrategia que, en Navarra, motivó unas similares e igualmente duras frases
de los dirigentes del PSOE a lo largo de la campaña electoral de este año
como medio para conseguir apoyos electorales para sus candidaturas
municipales y al Parlamento de Navarra y el compromiso de promover un cambio
político y de gobierno en Navarra.

Celebradas las elecciones y con los escaños en la mano, el PSOE parece haber
olvidado esa estrategia del PP que ha contribuido a una peligrosa división
social y política en Navarra y a un abuso en la utilización de su legítima
ostentación del poder institucional. Y, lo que resulta más preocupante,
parece haber olvidado su dura campaña y compromiso político.

Es cuando menos llamativo que tanta amnesia sea posible por mucho que se
diga que en política vale todo. Y mucho más, cuando se produce en el ámbito
de la izquierda que si por algo debe caracterizarse es por el rigor y vigor
en la defensa de principios y valores que desmientan entre otras cosas ese *en
política vale todo*.

¿Cuáles son las razones que hacen que en Navarra el PSOE aplique una
excepción a su regla general (lógica por otra parte) de querer ser
alternativa a la derecha buscando alcanzar el poder solo o en coalición?
Porque, salvo en Navarra, en ningún otro sitio se le ocurre ni siquiera
pensar que pueda pactar con el PP para regalarle un gobierno y unas
alcaldías que le puede arrebatar.

Los ejemplos son numerosos y evidentes: con el concurso de IU, con quien
mantiene un pacto de *estado* con esa finalidad, con el del Bloque
Nacionalista Galego (BNG), con Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), con
Unión Mallorquina y otros partidos, con el partido Regionalista de Cantabria
y con el Partido Aragonés Regionalista, el PSOE gobierna en Galicia (donde
el PP perdió la mayoría absoluta por un solo voto, como en Baleares), en
Catalunya, en Baleares, en Cantabria y en Aragón, así como en múltiples
ayuntamientos de esas comunidades, mientras el PP ha pasado a ser la
oposición.

La pregunta de por qué los navarros debemos ser castigados a no disfrutar de
los postulados de izquierda en la política cuando es mayoritaria en el
conjunto de nuestra sociedad, debería ser respondida por los líderes de un
partido, el socialista, que fuera de aquí se rasgarían las vestiduras si
alguien les planteara hacer lo que, al parecer, planean hacer en el
Parlamento de Navarra para el Gobierno, después de haberlo perpetrado en el
Ayuntamiento de Pamplona.

Esta explicación que merecemos los navarros la debe el PSOE desde que
decidió regalar a la derecha el poder en Navarra, al aflorar en su seno la
corrupción que llevó a condenar por *chorizos* al presidente y un consejero
del Gobierno de Navarra, a dos delegados y algún funcionario de la
delegación del Gobierno central en Navarra, a dimitir a otro presidente del
Gobierno Foral (con la consiguiente caída del gobierno progresista) y a
disolver los órganos del partido e imponer una gestora.

Evidentemente desde la militancia en otra opción política se pueden y deben
defender los postulados que uno cree mejores para la sociedad. Y así lo
hago. Y cada partido político, incluido el PSOE, puede elegir su estrategia
con toda libertad. Pero como ciudadano creo que debo plantear la exigencia
de que se aclare qué pecado hemos cometido los navarros para merecer este
inexplicable *estado de excepción*, máxime cuando se dice defender lo
contrario de lo que se hace.

¿Son exigencias de la corona como se acreditó en los inicios de la
transición? ¿Presiones de los estamentos militares? ¿Presiones de otra
naturaleza? ¿Queda en Navarra algún notable implicado en algo relativo a la
corrupción o los casos de la guerra sucia que se quiere seguir ocultando?

Alguna razón para que el PSOE se pliegue tan fácilmente a la derecha tiene
que existir, por mucho que se sepa que hay algunos conocidos militantes que
no ocultan su preferencia por ella en un contrasentido difícil de entender.

No alcanzo a comprender la transfiguración de un Fernando Puras al que
conocí compartiendo el Gobierno de Navarra en una época no mejor que la
actual y asumiendo más compromisos en el programa que los que parece querer
asumir ahora. Sigo sin entender la incoherencia de la Sra. Fernández de la
Vega o del Sr. Rodríguez Zapatero o del Sr. Blanco con respecto a sus
palabras electorales, y por tanto compromisos, pronunciadas hace dos meses
en Navarra. Y nunca lograré imaginar qué mueve a dirigentes de sindicatos de
los de clase a preferir a la derecha en el gobierno pudiendo estar en él la
izquierda.

Porque la ruptura del posible acuerdo de gobierno no se sostiene ni por
razones ideológicas con los otros grupos de la negociación, NaBai e IU, ni
por la distribución de responsabilidades de gestión. Se sostiene por una
preferencia por la derecha que debería preocupar a quien se quiere definir
como socialista.

Hay que reconocer que las constantes entradas y salidas en el socialismo
navarro de personas que en cualquier otro sitio no serían ni admitidas ni
creídas como socialistas puede haber descompuesto la organización. Pero ¿y
la ideología también?

Yo recuerdo, porque participé activamente, cómo en 1983 el ejemplar *
navarrismo* y progresismo de los nacionalistas vascos de Navarra, que costó
una ruptura política histórica del PNV, un drama personal para miles de
personas y, sobre todo, un enorme disgusto a la derecha definida así por el
Sr. Polanco, permitió que la izquierda gobernase Navarra porque así se
respondía a la voluntad mayoritaria de los navarros.

Tuvimos que hacer un importantísimo esfuerzo e incluso una auténtica *
rebelión* política, habida cuenta de los precedentes inmediatos de engaños y
traiciones del PSOE. Pero se hizo sin dudar porque la ideología y los
valores es lo más importante que tenemos en el progresismo político. Y los
nacionalistas somos el único ejemplo de que en Navarra decidimos los
navarros

Naturalmente a estas alturas no pretendo que el PSOE demuestre la misma
gallardía política frente a presiones propias y ajenas y el respeto a la
voluntad de los navarros que tuvimos nosotros en aquel importante momento de
nuestra historia. Ni siquiera que recuerde todo lo que hizo entonces esta
derecha, a la que se dispone ahora a regalar el poder, para tratar de
impedir ser desalojada democráticamente del gobierno. Pero sí pretendo que
mantenga un mínimo de principios y valores que definen y diferencian
notoriamente a la socialdemocracia.

Cuando estos fallan, se abre la puerta a la corrupción: la ideológica y la
otra. Cuando como al ejemplar alcalde de Sartaguda, se prefiere echar al
honesto que darle la razón, o plantear unos objetivos políticos en una
campaña electoral y celebradas las elecciones sustituirlos por los opuestos,
o aprovechar las instituciones para arbitrariamente no respetar los derechos
políticos electorales de miles de personas y luego justificar los efectos de
esa arbitrariedad para evitar compromisos políticos, como en Pamplona, o
aprovecharse del poder para enriquecerse, es que los valores, y mucho más
los de la izquierda, han desaparecido y se han sustituido por otros
probablemente más prosaicos y quizás inconfesables.

Creo, sinceramente, que la sociedad navarra, porque no es la primera vez que
se lo hacen, es acreedora a que los máximos dirigentes del PSOE que se
pasearon por aquí prometiendo el cambio político den explicaciones del por
qué de la excepción navarra.

*** Es concejal del Ayuntamiento de Pamplona y ex consejero del Gobierno de
Navarra


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