sábado, 8 de diciembre de 2007

Sobre la consulta, la constitución y el principio democratico

Consultar a la ciudadanía no debiera ser ilegal. Ni siquiera debiera ser inmoral. Sino ser lo más natural de una sociedad concienciada en sus derechos y obligaciones para con sus semejantes. De sus derechos y deberes de libertad, igualdad y solidaridad, que aunque una vez fueran señas de identidad de aquella revolución francesa (cuanto ha corrido el tiempo y los acontecimientos desde entonces!), no dejan de tener su vigencia en nuestros días.

Una sociedad movilizada y que sabe estructurar su pensamiento colectivo en torno a propuestas e iniciativas que redunden en beneficio de la mayoría, es decir, el bien comñun del que hablaban en tiempos de Rousseau o Voltaire, salvaguardando, eso si, el respeto a las minorias y los derechos individuales, es esencial, más que nunca, en un tiempo de individualismo extremo, de privatización de los beneficios y de socialización y externalización de las pérdidas, de pérdida de capacidad decisoria de la sociedad (incluido, como no, el del poder adquisitivo). Ante esto la unica respuesta que atisbo es una recuperación de la política.

Democracia. Deimos, Pueblo y Cratos, Poder. Poder del Pueblo. Más tarde Aristóteles, un poco asustado tal vez, inventó la palabra Demagogia. Que viene a significar algo asi como lo que emana de la “dictadura” del pueblo. Curiosamente esta palabra se usa hoy día en términos peyorativos. Aunque no se yo si la gente realmente sabe el origen de los terminos que usamos a diario...

De entre las muchas consultas populares que se pueden hacer, me centraré en la propuesta por nuestro Gobierno, el Gobierno Vasco, para el 25 de Ocubre de 2008. Quiza sea la más famosa y de la que más se hable en los últimos meses (y lo que te rondaré, morena) en este país y en el vecino del sur. Evidentemente primero hay el plazo de acuerdo y negociación, si las dos partes acceden. Si no, se ira a la Consulta. Con o sin autorización de la legalidad establecida en España. Porque el camino de un pueblo que quiere administrar mejor sus dineros, que quiere ejercer su soberanía de manera clara, ser representado mejor en el exterior por representantes propios (Ghandi dijo que es mejor un mal gobierno propio que el mejor gobierno ajeno), etc...

Pero... ¿Y si nos lo suspende cautelarmente el Tribunal Constitucional? Miremos a un ejemplo práctico. Dicen que con ejemplos ilustrativos se explica mejor cualquier tema. Tuve la suerte de que me contaran, hace ya un tiempo, una anécdota de un joven alcalde de Laudio. Era muy aficionado a las bicis, un txirrindulari de pro. Al parecer en su pueblo se solía hacer una carrera todos los años. Pero aquel año fue especialmente conflictivo y no se sabía muy bien si iban a darse los permisos para que la carrera, finalmente, se llevara a cabo. La justicia (española) dijo que la carrera debía suspenderse cautelarmente por razón de irregularidades en el procedimiento y que se yo. Además imponia una sustanciosa multa económica. Nuestro alcalde, que había preparado con mimo la carrera, se había encargado de las infraestructuras necesarias y de prepararlo todo para el desarrollo de la prueba ciclista, ni corto ni perezoso se negó en redondo a suspender la prueba. Dijo que lo primero era cumplir con su deber. Y despues atender a la justicia. La carrera se celebró. Y el alcalde pagó la multa.

Hoy, como ayer, Juanjo Ibarretxe, nuestro Lehendakari, cumplira cn su deber. Y nuestra particular carrera no será interrumpida. Ningún juez podra, porque este pue3blo quiere ser consultado. Merece ser consultado. Pare decidir sobre su modelo energetico, sobre sus infraestructuras, sobre su modelo social y, evidentemente, sobre el modelo de relación con el estado español (y francés). Porque somos una nación, a ambos lados de los pirineos. Y porque no somos menos que Quebec, o que Escocia o que Montenegro o Kosovo. Alli donde la mayoría decida tomar un camino, si está se expresa de manera clara y evidente, ésta mayoría ha de ser respetada. Sin minorías de bloqueos. Ni más ni menos que aplicar la democracia con todas sus consecuencias. Sin complejos ni miedos.

Su constitución, la española, cumplirá pronto 30 años. Nosotros tuvimos un proyecto de tal en el 1945, con Don Manuel de Irujo. Es hora de retomar el camino de nuestro futuro. Es hora de decidir que queremos ser. Poner las cartas boca arriba y ser sinceros con nuestro pueblo y en Europa levantar la voz y asomarnos a la modernidad de la Europa de los Pueblos que renace, ahora con más fuerza si cabe, para organizar nuestro futuro entre todos. Consulta, democracia participativa y construcción social de un pais, Euskadi, que, parafraseando el último artículo del “DNI catalán”, no es que sea la mejor de las tierras. Es simplemente la mia.

Gora Euskadi Askatuta!

Gora Euskal Errepublika!

Juan Carlos Pérez Álvarez

Militante de Eusko Alkartasuna en Getxo

domingo, 2 de diciembre de 2007

Pactismos (o para qué hacemos lo que hacemos)

Dicen que es recomendable tener claro cuál es el lugar adonde queremos
llegar. Cuál es la meta en nuestra vida. Y poner todos los medios a
nuestra disposición para su consecución. Desde pequeños se nos inculca
que el éxito es un objetivo loable. Y podemos ser abogados, médicos,
ingenieros, sociólogos, futbolistas o músicos. Según qué queramos ser,
hay instrumentos diferentes a nuestro alcance. Está la universidad.
Están las escuelas de formación profesional. Está el sistema de
prácticas. Y también han abierto el tema de las ETT, pero ésa es otra
historia. Se nos dice que podemos ser todo aquello que queramos ser,
solo con aspirarlo y esforzarnos en trabajarlo...

La vida individual es un reflejo en micro de la sociedad, que sería el
macro. Se ha teorizado muchas veces acerca de cómo funciona la
sociedad. Si es un mecanismo, un organismo vivo... Pero es cierto que
debemos separar al individuo del colectivo, aunque hay muchas
conductas que son similares.

A nivel individual yo puedo llegar a acuerdos con el resto de
ciudadanos de cara a afrontar un negocio o proponer un plan, si
hablamos de una cuadrilla. Pero evidentemente si hablo de ir a tal
sitio o de comprar tal lonja y al final eso no sucede, bien los amigos
no me llamarán para otra quedada o bien el banco, o la policía, me
vendrán a pedir cuentas. Es evidente que toda acción tiene
consecuencias. Y si voy al banco a pedir un crédito para constituir
una sociedad, es asimismo evidente que se me pedirán intereses. Son
consecuencias lógicas de un comportamiento a nivel individual.

A nivel macro, de una sociedad, como la vasca, ocurre similar. Las
partes pueden llegar a acuerdos. A promesas. A reglamentos. A
tratados. A estatutos. A constituciones. Y hasta a uniones. Sí, hay
muchas opciones. Pero lo principal es la sinceridad. Como en cualquier
relación humana. Sinceridad y juego limpio. Sin tener cartas ocultas
para maljugarlas. Sin tener intereses ocultos. Yendo de cara, diciendo
toda la verdad. Con claridad. Y es lo que requieren, a mi juicio, toda
relación humana. A todos los niveles.

Es por lo anteriormente citado que considero que cuando afrontamos
determinados comportamientos en este país, debemos ser un poco más
claros, concretos y sinceros. Clarificando a nuestro entorno y a todas
las ciudadanas y ciudadanos qué está en juego y en qué claves se
mueven las diferentes situaciones. Porque considero que con un poco de
pedagogía, la sociedad es capaz de entender los procesos en los que
estamos inmersos...

Euskadi afronta, desde hace meses, la palabra pactismo. ¿Qué
significa? Pues en realidad significa reparto del pastel sin
objetivos, sino como medio. Sin un fin para la sociedad, sino para
copar las instituciones. Al menos tal y como se ha planteado. Como
decía antes, una relación entre diferentes ha de ser sincera. Pero
también basadas en un mínimo de intereses comunes que favorezcan una
cierta empatía que pueda hacer realizables los proyectos que tengamos
en mente. Cosa que es difícil si a nuestros ideales, a nuestros
proyectos vitales, a nuestras estrategias, las separan algo más que
ligeros matices. Y no sólo que no seamos del mismo barrio, sino que
tengamos diferentes orígenes, pensamientos o formas de ser.

Nuestro proyecto, finalmente, debe basarse en qué creemos que es lo
mejor para nuestra vida y la de los que nos rodean. Eso es
fundamental. Porque si nos lo creemos, seremos capaces de defender
nuestras ideas en esta calle y en la de enfrente. A mujeres, hombres,
niños, ancianos y demás. Porque si nuestro ideal se extiende, el
pactismo cambiaría de sentido. Puede ser la palabra proselitismo.
Aunque quizá sea demasiado mal entendida. Quizá la dicha de pedagogía
sea más adecuada. Zabaldu. Marcarnos plazos y medios para lograrlo.
Como en nuestra vida cotidiana. Porque igual que nos la jugamos todos
los días, en nuestra vida, para poder tener un nivel de vida, digno,
peleándonos con cirios y troyanos, igual debemos actuar para defender
lo que nos une. Y convencer. Nuestro futuro, como colectivo, está,
también, en juego.

Yo lo tengo claro. ¿Y tú?

* Es militante de Eusko Alkartasuna en Getxo

El principio democrático, la democracia como principio

La cambiante situación vasca puede crear el espejismo de que existe la
necesidad de recetas específicas para cada momento concreto, pero el
conflicto político que vive Euskal Herria sólo se puede resolver por
las vías políticas dando a la ciudadanía los instrumentos y los
mecanismos necesarios para que sea ella y sólo ella la que determine
el camino que desea seguir en el futuro.

Precisamente la necesidad de profundizar en la democracia es la base
de la ponencia política de Eusko Alkartasuna para su próximo Congreso:
el principio democrático como vía para superar el conflicto político.
La definición de principio democrático es innecesaria, porque el
nombre es suficiente presentación. Significa que el único
condicionamiento para el futuro de un país será la decisión
democrática de su ciudadanía. La propuesta hecha pública recientemente
por el Gobierno Vasco se basa en este principio, que, aunque se
popularizó a raíz de un dictamen de la Corte Suprema de Canadá sobre
la situación de Quebec, data de principios de la década de los 70.

La institución canadiense, equivalente al Tribunal Supremo del Estado,
afirmó que si en un referéndum la mayoría de la ciudadanía de los
quebequeses se pronuncia a favor de la independencia, tanto el
Gobierno de Canadá como las propias autoridades de Quebec tendrían que
negociar y pactar la solución, «en virtud del principio democrático de
respeto a las mayorías».

Ya antes, en 1973 en el Reino Unido pre Thatcher, tan poco dado a
reconocer los derechos nacionales, ante la dificultad de discutir
sobre la definición de nación y los derechos inherentes a la nación se
llegaba a la conclusión de que la única condición necesaria para dar
por cierta la existencia de una nación es que los habitantes de un
territorio determinado tengan conciencia de serlo. Un principio
democrático al que el Pueblo vasco añade además los derechos
históricos así reconocidos incluso en el Estatuto de Gernika y en la
Constitución Española de 1978.

Frente al marco español vigente, que algunos nos presentan como
paraíso de la descentralización y los derechos nacionales, estas
definiciones de nación y de derecho a decidir son democracia en estado
puro. Esa es la apuesta de Eusko Alkartasuna para el futuro, que pasa
por el 25 de octubre de 2008 pero que de ninguna manera termina ahí.
Ni tampoco empieza ahí. Asumir el principio democrático significa
asumir la democracia con mayúsculas. Para Eusko Alkartasuna significa
reivindicar hoy, en el siglo XXI, la vigencia plena y el valor
permanente de los derechos que le corresponden al pueblo vasco en
virtud de su historia.

El principio democrático viene a complementar y dotar de mayor
legitimidad democrática, si cabe, a los derechos históricos que nos
corresponden como pueblo y abre las puertas a un punto de encuentro
que permita superar el conflicto político y alcanzar la normalización
y la paz en nuestro país. La nuestra es la apuesta por un nacionalismo
moderno y cívico, basado en la libre decisión de la ciudadanía y que
está en consonancia con los procesos nacionales más cercanos a
nosotros, por razones geográficas e ideológicas. Ahí tenemos el
nacionalismo escocés, que a los 100 días de asumir el Gobierno y sin
ninguna intención de esperar 28 años a ver qué frutos da el
autonomismo, han optado por defender la independencia con mayúsculas y
sin medias tintas: no hablan de soberanismo, ni de establecer una
nueva relación con el Reino Unido, ni de seducir a Londres en busca de
no se sabe qué. Mientras aquí, en Euskal Herria, algunos insisten en
mantenernos sumidos en una interminable discusión sobre cómo
modernizar el nacionalismo (el vasco, claro), en Escocia tienen claro
que el nacionalismo no necesita modernizarse.

El mundo moderno, dicen nuestros amigos escoceses, y en Eusko
Alkartasuna estamos de acuerdo, exige estar presentes en los ámbitos
de decisión de manera directa, sin intermediarios. Eso sí es
modernización del discurso nacionalista, y sin la más mínima renuncia
en las aspiraciones nacionales hasta llegar a la independencia.
Sabemos que no hay dos casos iguales y que no podemos fijarnos
ciegamente en Escocia, en Quebec o en Irlanda, pero sí está claro que
en el siglo XXI Euskal Herria es uno de los pocos países en los que la
discusión sobre el derecho a decidir sigue recibiendo el no como única
respuesta.

Mientras en Europa se abren procesos netamente independentistas, nacen
Estados y otros de muy reciente creación entran en la Unión Europea
sin problemas, Madrid sigue dando portazos a las propuestas emanadas
de las instituciones vascas. Iniciativas institucionales, avaladas por
la mayoría de la representación de la ciudadanía, como el nuevo
Estatuto Político o la propuesta de convocatoria de una consulta, son
recibidas con condicionantes y límites. Cese de la violencia, acuerdos
transversales, mayorías cualificadas... Todo condicionantes que quedan
fuera de la mano de la ciudadanía. Frente a los límites a la libre
expresión de la ciudadanía, Eusko Alkartasuna apuesta por la
profundización en la democracia. El principio democrático. La
democracia como principio.