domingo, 31 de agosto de 2008

ONGI ETORRI ARNALDO OTEGI

ONGI ETORRI ARNALDO OTEGI

Ha salido de la cárcel de Martutene, Arnaldo Otegi, un dirigente político excluyente de la izquierda vasca de los últimos tiempos, luego de cumplir con los 15 meses de prisión impuestos por la legislación española.

Los jueces lo habían condenado por participar de un homenaje a un dirigente abertzale ya fallecido, que en épocas de la dictadura franquista, formó parte de la resistencia. En este sentido, para materializar la condena, los magistrados se han basado en lo establecido en la Ley Antiterrorista del año 2000.

Resulta importante recordar, que para la aprobación de la citada ley, se contó con los necesarios votos de los diputados del Partido Popular (PP) y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), los cuales, materializaron una alianza política para delinear una estrategia política, en beneficio del desarrollo del nacionalismo constitucional español.

Hoy podemos concluir, que la puesta en vigencia de dicha herramienta jurídica, cuyo fin, era castigar las actividades terroristas en el estado español, en la práctica, se ha convertido en un decálogo filosófico, que la justicia española aplica con máxima rigurosidad, con el único propósito de llevar ante los Tribunales del Estado a los ciudadanos y ciudadanas vascas, que formen parte de alguna institución, periódico, colectivo político, cultural o social, que trabajen para mantener en alto las singulares señas históricas y culturales de la Nación vasca.

La puesta en libertad de Arnaldo Otegi, resulta auspiciosa, no sólo para quienes militan en la ilegalizada izquierda vasca, sino también, para todas aquellas ciudadanas y ciudadanos vascos que poseen conciencia nacional y patriótica, y que aún mantienen la esperanza de que se pueda resolver el conflicto político vasco por medio del diálogo, la negociación, en un escenario de paz y democracia, cuyo fin, sea garantizar que el pueblo vasco pueda ejercer su derecho a decidir su futuro. Señor Arnaldo Otegi, si sus ideas coinciden con las líneas de acción antes señaladas: Ongi Etorri!!!

Prof. César Arrondo

Universidad Nacional de La Plata

Argentina


Nacionalismo cívico del siglo XXI

Nacionalismo cívico del siglo XXI


Euskadi no puede ser sino aquel espacio de convivencia en el que los que aquí tenemos nuestra residencia nos desarrollemos como sociedad. Las autoridades que elegimos cada cuatro años deben responder a esa exigencia ciudadana. De facilitar la resolución de los problema de todas y todos nosotros. Para eso y no para otra cuestión nos planteamos la política los que pensamos que esta sociedad debe asumir los retos de futuro en tiempos de dificultades, no sólo a nivel de Euskadi, sino a nivel de la Unión Europea y de todo el mundo, por extensión.

La gestión de lo público requiere una serie de valores. El de la honestidad, la credibilidad, la asuncion de las responsabilidades asumidas y ser capaces de afrontarlas sin descuidar que los programas electorales y de gobierno son contratos con la sociedad que nos deposita su confianza en la esperanza de que cumplamos con nuestra palabra. Ya sea en tema de empleo, de educación, de pensiones, como con la ley recientemente aprobada (sin permiso del estado por cierto, que aún tiene la competencia) y otras iniciativas han de responder indefectiblemente a los citados criterios de seriedad en un ámbito como es el de las administraciones públicas.

Los nacionalismos en la Europa del siglo XXI aspiran a ser capaces de tomar decisiones clave para sus pueblos. Escocia ha presentado una propuesta que avanza en la consulta sobre la soberanía escocesa en mayo 2010, a la par que presenta un plan para que todas y todos los escoceses dispongan de una vivienda en el año 2011. La construcción nacional y la construcción social son dos caras de una misma moneda en todo nacionalismo moderno. Porque ambas partes forman un todo en la defensa de que los pueblos, las sociedades nacionales como Euskadi, Escocia, Flandes y tantos otros son las que mejor serán capaces de canalizar y gestionar las necesidades de sus conciudadanos. No aquellas instituciones alejadas de la acera y de los ciudadanos, como pueda ser un ministerio español o francés, que además, tiene otras prioridades. E incluso son capaces de lanzar leyes sin habilitar presupuesto. Es decir. Dar las órdenes sin decir quien lo va a pagar ni cómo. La UE lo llama “Principio de Subsidiariedad”.

Una vez delimitado el terreno de juego hemos de ser capaces de crear las condiciones de un nacionalismo que sea capaz de ser auténticamente vasquista y que busque sin ambages ni ambigüedades la capacidad del pueblo vasco a decidir su futuro. No para tenerlo en una vitrina, sino para ejercerlo en un futuro. Ese es el objetivo a largo plazo de todo nacionalismo. La estatalidad. Como hemos dicho no gratuitamente, sino para lograr un mayor bienestar para la ciudadanía. Ninguna entidad que ha accedido a mayores cotas de autogobierno en los últimos 100 años se ha arrepentido o hecho retrocesión de su soberanía a sus antiguos depositarios. Es un dato a considerar que todo pueblo que ha avanzado en la ampliación de sus niveles de gestión de sus recursos ha considerado tal avance como positivo. Porque consideraban que era su cuestión, su problema nacional el afrontarlo, como así lo hicieron tantos pueblos en el corazón de Europa en el siglo XX.

Nuestra realidad nacional, la vasca, es compleja en su simplicidad. No podemos mirarnos el ombligo y decir que es el conflicto político más complejo del mundo, porque no lo es, ni tampoco desdeñarlo y afirmar que no existe, porque en extenso conflictos políticos hay muchos. Nuestro término medio debe reflejar la voluntad de la mayoría. Pero para ello las posturas han de quedar claras antes, por cada parte involucrada, para lograr ese pacto entre vascos. Algunos funcionan a golpe de encuesta. Y eso es absolutamente negativo. Porque lo que la gente asume como bueno es la claridad en los compromisos y la credibilidad en su puesta en marcha. Es así como convences al votante de las bondades de los proyectos que presentas: creyendo en ellos tú mismo. Y defendiéndolos hasta el final. Poniéndolos en marcha, en suma. Y si la gente empieza a estar cansada no hay que caer en la tentación de señalar que la clave es haberse pasado, porque nos estaríamos olvidando de que puede ser por defecto, como es el caso.

Euskadi lleva inmersa en procesos alternos de soluciones mucho tiempo y el tema vasco, en teoría, está más que trillado. Pero debemos entender que las nuevas situaciones propuestas los últimos años, a la par que novedosas en el ámbito político vasco, han carecido completamente de una campaña pegada a pié de calle para su difusión. Como diría Carod, estos temas deben hablarse en los kioscos, en las cafeterías, en las peluquerías, carnicerías y pescaderías. La sociedad debe estar en “tensión” manteniendo un debate sobre que significa cada una de las propuestas que les propongamos. Con información de primera mano. E instrumentos de democracia participativa para vehiculizar esos sentimientos que todos tenemos de aspirar a una vida mejor para nosotros y los que vendrán detrás de nosotros. Es decir, poder garantizar que la vida de nuestros hijos no será peor que la nuestra. Que podrán seguir llegando a fin de mes. Que tengan un techo donde cobijarse. Que tengan una pensión pública a la hora de jubilarse. Que la sanidad siga siendo pública. Que el estado mantenga sus responsabilidades dando servicios, no dinero contante y sonante, porque eso es pan para hoy y hambre para mañana.

Nuestra responsabilidad pasa sin duda alguna por que ese acuerdo integrador se de aquí, en Euskadi, sin duda. Pero sin vetos de ninguna clase. Si somos demócratas la mayoría decide. Y debemos tener claro que nadie va a venir a solucionarnos nuestro problema o conflicto antes que nosotros nos pongamos seriamente a resolverlo por nosotros mismos. Estamentos internacionales podrán ayudarnos. Asesorarnos. Darnos su opinión en éste o aquél tema. Y ser vehículo para una presión democrática. Pero la experiencia nos indica que no podemos poner nuestras esperanzas y nuestro futuro en manos de instituciones que pueden tardar hasta una década en tomar una decisión sobre un asunto que le consultemos a día de hoy. Podemos y debemos andar todos los caminos que nos ofrece la realidad política en la que nos situamos. Pero sin perder la perspectiva.

Nuestra fuerza es la sociedad vasca. Esa ha sido siempre nuestra baza. Un pueblo detrás de su gobierno. Pero no por ser gobierno. Sino por avanzar en la construcción de la nación vasca. Esa nación social y solidaria a la que muchos aspiramos a convertir en nuestra República Vasca en Europa. Es el aval de la sociedad vasca la que ha hecho posible lo que tenemos y es un recurso escaso y valiosísimo. No podemos permitirnos traicionar su confianza. Ante eso el reto más inmediato es ser capaces de no defraudar en las esperanzas puestas en las promesas y compromisos adquiridos. Ser capaces de ser flexibles como un junco chino, que se dobla sin romperse jamás. Suaves en las formas y determinados en los planteamientos.

Finalmente debemos tener en cuenta que todo avance en la afirmación de la identidad vasca va a tener su coste. Es decir, no va a ser un camino de rosas. El estado no está contento con una profundización en el camino iniciado en 1979 con las autonomías. Se habla de eliminar competencias transferidas y reunirlas en Madrid. Se habla de suprimir la co oficialidad del Euskera. Se habla incluso de la revocación del “privilegio” del sistema de concierto. De momento son minoría. Pero es preocupante para todo demócrata escuchar tales cuestiones. Frente a todos los retos planteados y los planteamientos no podemos sino generar una dinámica de amplia base, con un nacionalismo cívico como el que hay en Europa en este nuestro siglo XXI, un nacionalismo moderno, integrador, preocupado a pié de calle por las necesidades de la gente y que responda a las cuestiones políticas diarias de nuestras sociedades. Con estos mimbres queremos afrontar nuestros desafíos.

Liderazgo, Credibilidad, Motivación, Claridad en el mensaje, Compromiso nítido y Voluntad de cumplimiento de la palabra dada. Porque la sociedad vasca así nos lo demanda y porque somos conscientes de que ahora es el momento. Nuestro momento ha llegado. Porque juntos podemos. Yo estoy convencido de que así es. ¿Quién viene conmigo?


Juan Carlos Pérez Álvarez

viernes, 15 de agosto de 2008

El nacionalismo separador

30 Jul 2008
JORDI MUÑOZ MENDOZA

07-30.jpgTras décadas de hablar hasta la saciedad de los nacionalismos llamados periféricos, se hace cada vez más evidente que para entender algo de la dinámica política española hay que hablar, también, de otro nacionalismo: el español. Hasta hace bien poco, el nacionalismo español ha sido, tanto en el debate público como en el académico, como el rey desnudo. Estaba allí y nadie osaba ni siquiera nombrarlo. Y se insistía, una y otra vez, en que no existía. Hasta el punto, ciertamente grotesco, de denominarlo no-nacionalismo.

Pero ¿qué es hoy el nacionalismo español? A diferencia de los nacionalismos catalán o vasco, el español rehuye de esta etiqueta, con lo que se hace más difícil identificarlo con claridad. Decía Ernest Gellner, quizás el más influyente teórico contemporáneo de la materia, que el nacionalismo es, sobre todo, un principio político que sostiene que la unidad política y la nacional (en sentido cultural y lingüístico) deberían ser congruentes. Esto es, que el Estado debería coincidir con la nación. Para un nacionalista catalán, vasco o gallego, esto implicaría la construcción de un Estado propio. Para un nacionalista español, en cambio, pasa por afirmar el carácter nacional único de España. Tenemos, pues, una pista importante para identificar tan escurridizo objeto de estudio.

Vayamos un poco más allá. ¿Cómo se expresa, hoy, un nacionalismo español que ya poco tiene que ver con el del franquismo? Es precisamente la ausencia de la grandilocuente retórica nacional franquista lo que lleva a muchos a afirmar hoy su inexistencia. Pero existe. Podemos decir, para sintetizar, que el nacionalismo español contemporáneo tiene una naturaleza dual. Por un lado, se trata de un nacionalismo de Estado como el de cualquier otra democracia occidental de nuestro entorno, que se expresa de modo implícito a través de mecanismos de la cotidianidad. Es lo que se conoce como nacionalismo banal, en la afortunada expresión de Michael Billig. El nacionalismo banal es el de la nación marcada por la bandera que cuelga, inadvertida, en la fachada de los edificios oficiales. Es la nación dibujada en los mapas del tiempo. La que nos recuerda nuestro DNI. O los medios de comunicación, cuando dividen la actualidad entre nacional e internacional, o nos hablan de nuestros deportistas, o nuestra selección, y celebran al unísono los éxitos de la selección española de fútbol, de Fernando Alonso o de Rafa Nadal. El nacionalismo banal español no es ninguna excepción: existe en todos los países de nuestro entorno. Y en algunos, incluso, con mayor intensidad.

Pero el nacionalismo español, hoy, no es solamente banal. A diferencia de lo que pasa en la mayoría de democracias occidentales, en el Estado español existen unos nacionalismos alternativos relevantes que cuestionan continuamente el carácter nacional homogéneo de España. Y frente a estos nacionalismos lo que emerge es algo más que una bandera inadvertida en la fachada de un edificio oficial o una rutina del lenguaje. Hoy existe también un movimiento político, bien definido y articulado, que tiene como prioridad la defensa de la integridad nacional española. Es el españolismo que insiste en que hay una lengua de primera, común y universal, y otras de segunda, locales y particulares. El que rechaza, recorta, recurre y no quiere ni discutir acuerdos mayoritarios de los parlamentos catalán o vasco. Que responde con boicots e insultos a las demandas de mayor autogobierno. Es también el que celebró el desembarco masivo de empresas españolas en Latinoamérica, como una suerte de segunda conquista. Es un nacionalismo que ha diseñado un mapa ferroviario radial y centralizado. Que no quiere que se hable en catalán en TVE o en el Congreso de los Diputados. Que, desde los púlpitos episcopales, proclama la unidad de España como bien moral. Y que tacha de antidemocráticos a quienes plantean, con la fuerza de la palabra y de los votos, proyectos nacionales alternativos.

No cabe duda de que al frente de este nacionalismo se encuentra la derecha española. Tanto en su paso por el gobierno como desde la oposición, el Partido Popular ha alimentado y alimenta un españolismo cada vez más desacomplejado y, a menudo, agresivo. Por cierto, que el giro al centro de Mariano Rajoy, de momento, no parece incluir la moderación en esta materia. Pero no nos engañemos: amplios sectores de la izquierda española no son, ni mucho menos, ajenos a este movimiento. Repase el lector la lista de firmantes del ya famoso Manifiesto en defensa de la lengua común. O bien, hojee un día cualquiera una conocida cabecera de la prensa española, que pasa por portavoz del progresismo oficial. Podrá comprobar cómo, a pesar de una mayor suavidad formal, sus columnistas de referencia y editoriales coinciden en buena parte de los diagnósticos y recetas de este nuevo españolismo.

Hace poco, Joaquín Leguina firmaba en la revista un artículo que bien podría servir como canon del nacionalismo de una parte de la izquierda española. En él, el ex presidente socialista de la Comunidad de Madrid llegaba a tachar de "charnegos redimidos" a José Montilla y a Carme Chacón por su posición respecto a la política lingüística en Cataluña. En un alarde de no-nacionalismo, Leguina mostraba su indisimulada contrariedad por lo que a menudo se interpreta como una traición de buena parte de los catalanes nacidos, o con origen, fuera de Cataluña. Pero ¿no habíamos quedado en que eso de mirar los apellidos y el origen era cosa de pérfidos nacionalistas?

Se trata, en definitiva, de un nacionalismo que, en el mejor de los casos, mira con recelo la pluralidad cultural y nacional del Estado español. Es el nacionalismo de los separadores, más numerosos e influyentes que los separatistas. ¿Era el único posible? Probablemente no. Pero es el hegemónico. Quizás no se trate de algo tan extraordinario, pues en todas partes cuecen habas. Eso sí: el rey va desnudo y es saludable recordarlo.

Jordi Muñoz Mendoza es politólogo de la Universitat Pompeu Fabra e investigador visitante de la Universidad de Yale

Informacion importante sobre el Rey

El amigo Iñigo Landa Larrazabal en su blog, ha introducido unas informaciones sobre el Rey de todas las Españas, que considero muy importante y mas sobre todo, por la poca o nula atención que provoca en los ambientes que debieran preocuparse, precisamente por lo preocupante de la información valga la redundancia.
Aqui os dejo el enlace de Iñigo para que leáis la noticia y opinéis vosotros/as mismos/as.

jueves, 7 de agosto de 2008

INFORME SOBRE LA CONSULTA

El amigo Juan karlos Perez, ha escrito un informe sobre la consulta del Gobierno Vasco, de obligada lectura para todos. Detractores o partidarios de la consulta les conviene leer y analizar este documento, que creo es muy interesante y por eso me animo a colocarlo aqui.
Se admiten comentarios sobre le mismo.
Para el informe pulsa aqui

Manifiesto por la lengua por iñaki egaña

MANIFIESTO POR LA LENGUA

Desde hace años tengo crecientes razones para preocuparme en mi país, y en otros que visito, por la situación de la lengua castellana que, como bien indica su nombre, procede de Castilla. Yo no soy castellano, y mira que me gustaría al menos probarlo, pero nací en distinto lugar y ya se sabe que la naturaleza no se elige a pesar del dicho de Gabriel Celaya del nacer y del pacer. Conozco la lengua, como puede comprobarse por estas letras, y me expreso habitualmente en la misma, aunque debo descubrir que no es la única. Con mis hijos, su madre y la mayoría de amigos me manifiesto en vascuence (ese idioma que la Academia de la Lengua española define como “lo que está tan confuso y oscuro que no se puede entender”), navego en internet y me relaciono con la comunidad internacional en inglés y gracias a esa lengua, lo reconozco, me entiendo en medio mundo. En francés leo un par de revistas semanales y los libros que me suministran los colegas de una editorial con la que colaboro y, en fin, pecando de pedantería les puedo añadir que hace más de veinticinco años me ganaba la vida enseñando esperanto, esa lengua cargada de utopía que había inventado un tal Zamenhof y que yo aprendí en EEUU, de la mano de un políglota natural de Bilbao.
Siempre he sabido, porque los miembros de mi familia fuimos picados durante unas calurosas vacaciones estivales por el mosquito de la curiosidad, que un antepasado mío estuvo en canteras castellanas y dejó descendencia por esas tierras, pero fue hace tanto tiempo que se perdió la pista. Pero, oigan, lo de la curiosidad tiene ahora remedio desde que un laboratorio norteamericano hace pruebas de ADN, confidenciales según dicen, por poco más de 100 dólares. Y, como a mi edad los caprichos ya son pocos, envié de inmediato a la dirección indicada, tras el pago correspondiente, el kit que previamente me proporcionaron. En unas semanas la respuesta me produjo una tremenda conmoción y gracias a la misma he sabido de números racimos étnicos que se han mezclado en mi sangre, lo cual me ha producido, asimismo, una gran emoción. Hoy aprovecho cualquier encuentro en la intimidad para enseñar a los más cercanos el informe sobre la mezcla singular en los glóbulos de mi sangre.
Por la descripción de mis orígenes he sabido de antepasados en Chile, lo cual me reconforta pues una de las plazas de su capital, junto a su correspondiente parada de autobús, lleva mi apellido. Los antepasados sin embargo, no cruzaron el océano en sentido a poniente, sino al contrario. Perplejo, descubro en la biblioteca que aquellos cuyos restos corren por mi sangre hablaban kunza y que la lengua, extendida por el desierto de Atacama, fue arrasada por los colonizadores españoles que llevaban la suya para la conquista y el latín del misal para asegurarse la salvación. Me ocasionó un profundo impacto el conocer que aquellos autóctonos eran asados a la parrilla, prologando su sufrimiento y que los crueles cruzados se mofaban de sus víctimas en la lengua del gran Cervantes.
La pista del ribonucleico descifrado por el laboratorio me llevó no lejos de Atacama, a zonas también desérticas donde los wari, paracas y nascas desarrollaron sus culturas antes de la llegada de las espadas y del rosario. Se alegró mi ánimo por semejante pedegree, pero pronto decayó al conocer que sus idiomas, de la familia del aru, del tronco del aymara, fueron desplazados por el castellano hasta hacerlos desaparecer. Algo había oído al respecto, por lo que tomé de nuevo el camino de la biblioteca, cerca de mi casa, para repasar la extinción de lenguas en el territorio que ahora llaman Perú. La sorpresa fue mayúscula: kuli, den, uro, cholón, chiribaya, muchik, puquina… hasta 18 lenguas aniquiladas por la lengua cuya Academia se blasona con el eslogan: “brilla y da esplendor”.
¡Horror! Las dudas comenzaron a borrar esas ideas de colegio de que los idiomas son incoloros, como el agua. ¿Y sí un idioma no es así? Elio Antonio Martínez de Cala e Hinojosa, natural de Lebrija y por asociación conocido con el sobrenombre de Nebrija, ya lo avanzó a su reina, Isabel la Católica: “Su Majestad, la lengua es el instrumento del Imperio”. Castilla ya no es, sin embargo, el ombligo. En la actualidad, México es el estado con mayor número de castellano-parlantes, más de 100 millones, o lo que es lo mismo, más del 95% de su población. Desde que se creó Nueva España, la lengua de Castilla fue oficial y la única de la Administración. A partir de entonces, la política colonial y la criolla fue nítida: castellanizar a los indígenas. En ese proceso, impuesto nuevamente con sables y misales, llegaron a desaparecer un centenar de lenguas. Diez veces diez.
Entre las peculiaridades de las que me alientan ciertamente la vanidad, decía mi ADN descifrado que un antepasado lejano provenía de las llamadas Islas Canarias. El pariente, o los parientes, debieron de habitar en las islas africanas hace muchos siglos. Se comunicaban en una lengua que los modernos lingüistas han apellidado “guanche”, término inadecuado para los más puristas que la llamaron “amazighe”, emparentada con las bereberes en una historia a la que Federico Krutwig puso su envoltorio romántico cuando escribió Garaldea. Los bereberes insulares, junto a su lengua milenaria y hoy desconocida, fueron exterminados por los castellanos, empalados y desollados vivos, tal y como hacían los mongoles con sus prisioneros japoneses en las previas a la última contienda mundial.
No piensen, sin embargo, que mis antecesores provenían todos del otro lado del océano. También los tengo en la cercanía y a ellos me referiré en las próximas líneas. Una tatarabuela o algo así (el informe de laboratorio no da tanta precisión, aunque el árbol genealógico que construí a partir de las partidas de bautismo del Archivo Diocesano me aliviaron la investigación) era natural de Beasain. Su madre de Aia. Como a estas alturas el tema de la sangre me iba ya de lado y únicamente me preocupaba el de la comunicación, es decir el de la lengua, envié sendas cartas a los ayuntamientos respectivos, con un asunto del que tenía referencias, aunque no muy concretas: los castigos a quienes no hablaran castellano. El primero me contestó al poco tiempo, con una orden de 1730: “Y que no se permita hablar en vascuence sino en castellano, poniendo anillo y castigándoles como merecen”. El segundo se demoró varias semanas y sólo cuando mandé una nueva carta, recibí la contestación, ésta con un documento de 1784: “Dará orden estrecha de que nunca hablen entre sí el vascuence, sino el castellano. Y para puntual observancia de esta orden se valdrá del medio común o sortija, tomando cada sábado razón de su paradero y reprendiendo, apercibiendo o castigando directamente al que se hallare con él”.
Lo del anillo es una historia más reciente, contada por escritores refutados. El anillo, símbolo del castigo, circulaba entre los que no conocían el castellano. Una humillación. Un pensamiento pasajero me sugirió que lo del anillo quizás se trataba de una versión moderna de los viejos castigos hacia los indígenas, que en aquella época, al no tener alma, eran decapitados por no aprender la lengua romance, sin saber, precisamente, qué era eso del romance. Pero me pareció demasiado atrevido hacer semejantes suposiciones con tan pocas certezas y abandoné la idea. La retomé, sin embargo, cuando reparé que en 1936 un vecino de Arrasate fue detenido por hablar en vascuence por la calle y fusilado de inmediato. ¿Casos aislados? Probablemente.
No me gustaría, sin embargo y gracias a las informaciones que poseo sobre mi ADN, dejar pasar la ocasión para manifestar algunas reflexiones sobre esas preocupaciones que me perturban en estos últimos años. Debo reconocer que no he sido el único en efectuar las pruebas y que, siguiendo la estela abierta, algunos de mis amigos han realizado por internet sus respectivas peticiones. Las respuestas, como era de esperar son variopintas. Sus antepasados más cercanos fueron sefardíes, mozárabes, astures, catalanes… Como he dicho antes, después de tantas vueltas, la sangre había perdido su valor y centraba mis indagaciones en las lenguas. También éstas citadas habían desparecido o reducido su área de influencia, como la del vascuence, por castigos, prohibiciones, etc.
Y, aunque no soy muy amigo de la simplificación y me gustan los matices, he llegado a un conclusión rotunda. Una lengua romance de ámbito reducido como el castellano, se convirtió en lengua de ámbito extendido por cuestiones de conquista y colonización. Y que su expansión fue como la de los mejillones cebra que acaban de llegar a nuestros humedales: depredadores voraces que terminan en un santiamén con todas las especies autóctonas cuya supervivencia había sido posible gracias a la paciencia de la evolución.
Así que las razones de mi preocupación se acrecentaron al comprobar en mi país y en otros que visito frecuentemente que una serie de mefistos modernos quieren revivir viejos laureles y darle un nuevo impulso a la depredación. Nos acaban de anunciar los lingüistas que en Oaxaca desaparecerá en unos años la lengua xwja, hablada únicamente por ocho personas mayores de 70 años. Es la próxima de las cientos de lenguas que se desvanecerán en un abrir y cerrar de ojos por cuatro grandes agentes exterminadores, a decir del canadiense Mark Abley: castellano, chino, ruso e inglés. Las razones para estas preocupaciones son poderosas y, desde mi humilde posición, influenciada sin lugar a dudas por la riqueza que he descubierto recientemente portan mis glóbulos sanguíneos, me gustaría llamar la atención sobre éstas, precisamente, lenguas exterminadoras. Quizás merecería la pena realizar un manifiesto común de depredados. No lo sé. Para eso están las asociaciones y las cabezas pensantes. Yo sólo alerto de los devastadores, porque percibo en la circulación de mi sangre, que sus efectos son letales.

Iñaki Egaña

viernes, 1 de agosto de 2008

DEBATE EN VASCOS DIASPORA

Agur Ra-Mon.

Ni navarrista, ni vasquista. No te compliques ni confundas al personal.

Tomado de "Decidir con Soberania" del abogado e historiador Tomàs Urzainqui Mina:

".....Por ello, la práctica soberanista es inseparable del referente de la
recuperación estatal y del abandono del pensamiento autonomista. La
soberanía sólo se recupera con soberanía. En cambio, la autonomía es
intraestatal, se concibe como un problema interno de un Estado. La
subordinación es hoy la situación a cambiar. La actitud
subordinacionista es el mayor peligro para la democracia, la libertad
y la soberanía, tanto individual como colectiva. Del gran número de
batallas que se ve obligada a librar la sociedad dominada, hasta
salir de la impuesta subordinación, unas se pierden y otras se ganan.
Las tácticas son diferentes y deben ser continuamente mejoradas, pues
para que las victorias sean reales deben ser actos sociales de
soberanía, hasta llegar a la definitiva recuperación plena."

Sinceramente, no creo que las dos preguntas de Ibarretxe sean "actos sociales de soberanìa", màs bien parecen "actos sociales de subordinaciòn". O a tì, que te parecen?

Saludos también.

Txabi (miembro de SUBO)


Aupa Txabi,

Te contesto. Ni complico ni intento confundir, al contrario lo que
pretendo es abrir la posibilidad de profundizar en el tema, que en lo
personal, me resulta recurrente, pero en el que percibo que se
utilizan con ligereza afirmaciones que si se tamizan un poco creo que
tienen un corto recorrido.

El navarrismo nacio en la derecha, como contrafuerte al avance del
nacionalismo vasco, aunque tambien ya desde sus origenes tuvo algunas
versiones del fuerismo liberales (Campion) o el federalismo (Serafin
Olabe). De su evolucion posterior, hacia otras corrientes del
espectro ideologico hacia la izquierda, no quiere decir que eleminase
su caracter inicial de contraposicion al nacionalismo vasco, sino que
lo reelaborase para un discurso de aceptacion dentro de la
pensamiento dominante en el seno de la sociedad navarra. Todos le
hemos oido, por ejemplo, a Patxi Zabaleta afirmar que "Navarra tiene
un ambito de decision propia",

Ese tipo de frases plantean una falsa cuestion que por mi parte no
entiendo muy bien, porque nadie desde el abertzalismo, el
nacionalismo o el independentismo vasco han negado nada a Navarra
respecto a su plena capacidad de decidir en todos los ambitos que le
competan. Y punto. A lo que, a mi entender, hay que agregar y
recalcar que desconozco de que condicion especial debiera de merecer
ese territorio vasco dentro de un hipotetico proceso de
autodeterminacion politica, sino es la misma condicion de igualdad
que cualesquiera de los otros territorios.

A saber que el ejercicio real del derecho de autodeterminacion no es
un derecho territorial, sino politico que recae en el conjunto
general de la sociedad vasca, es decir en sus ciudadanos, que son la
expresion del pueblo vasco, depositario de tal derecho colectivo y
como asi lo recoge la legislacion internacional al respecto en los
casos en los que ha sido aplicado. Resumiendo, que no es Nafarroa o
Gipuzkoa o Bizakia quien se autodetermina, sino los vascos.


El discurso de Nabarralde o la Fundacion Orreaga, o el tuyo mismo,
disculpame es confuso, y te dire algo mas, es hasta pre-politico al
intentar introducir a estas alturas de la historia social una
concepcion de la soberania derivada del Estado, a saber que los
vascos -o Nabarros siguiendo tu discurso- accedemos a la soberania
politica plena porque somos herederos de un Estado previo. Cuando
esto es falso.

Permiteme recordarte que hace ya mucho que se produjo la revolucion
francesa que rompio con tal tipo de concepcion politica, y establecio
que es en el pueblo donde reside la soberania y que de su voluntad es
de donde se erige el Estado. De manera tal, que ante todo Estado que
no recoga ni se finque en la soberania popular, es deseable y legitmo
su disolucion por su caracter antinatural.

De la confusion de la que te hablo, se refleja en el parrafo de
Urzainki que has tenido la amabilidad de reproducir, me quedo con
esta frase: "La soberanía sólo se recupera con soberanía" .
Disculpame, pero es de una inconsistencia completa. Precisamente al
reivindicar el origen de nuestra soberania politica derivado de un
Estado feudal, como lo era el Reino de Navarra, donde la soberania
popular estaba completamente sepultada. Las grandes mayoria sociales
navarras estaban sometidas al regimen servil (collazos) o crucificas
a impuestos onerosos y caprichosos (pecheros) o fueros especiales
discriminatorios (judios o musulmanes), frente al dispendio
derrochador, calzonazos y borreguil de monarca y familia, los 12
gentilhombres, la iglesia, las ordenes religio-militar, los barones,
y los caballeros de todo pelaje.

La unica independencia politica para EuskalHerria posible, es aquella
que se extrae de la soberania popular como plena expresion
democratica y si a algo debe de estar asociada es a la libertad y a
la justica, para que tenga alguna valia. Para este viaje los reinos
nos estorban y quitan el tiempo. Por lo tanto si estamos plenamente
legitimados para reclamar el ejercicio del derecho de autoderminacion
es en razon de nuestra condicion de vascos, no porque alguna vez
fuimos nabarros, es decir subditos de un monarca. El que se
autodetermina es el pueblo, la unica fuente legitima de soberania
politica y no otra porque no la hay.

Bueno, esta es mi opinion, que por supuesto no tiene garantia alguna
o este exenta de estar equivocada. Lo que se esperaria de los nuevos
Nabarros, es que no perdieran su valioso tiempo en destacar lo caduco
del nacionalismo vasco, y sus esfuerzos mejor los dedicaran a
enfrentar al verdadero enemigo. En los hechos se descubre la
semantica de las palabras.

Si alguien esta interesado en profundizar en todo esto, aqui le
enlazo el texto de Javier Caño (1997) de EA:

Nacionalismo, Autodeterminacion e Independencia
por Javier Caño
http://www.gazteabertzaleak.org/fitxategiak/canoerd.pdf

Nota: No soy miembro de EA ni pretendo hacer ninguna propaganda
politica, recomiendo el texto porque hace un repaso interesante sobre
tales conceptos.

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Estructuras politicas estatarias en Euskalherria desde el año 750
hasta el año 1550:

http://tinyurl.com/EuskalHerria-750-2000



Amayur Gaztelu Baltza
por Esteban Urkillaga "Lauaxeta" (1935)

Musika: Petti
http://gutagutarrak.eu/index.php/?p=251

El coro Basauritarra Soinu Bidea en Argentina

El coro basauritarra Soinu Bidea ofreció un concierto en la sede de Euskaltzaleak en Buenos Aires
21/07/2008


Invitados muy especiales participaron el miércoles pasado de una velada cultural organizada por la Escuela de Euskera de Buenos Aires. Por un lado, el carpintero euskaldun Koldo Zabalondo dio una charla sobre Euskal Herria, el baserri y el roble: “La cocina del baserri es el santuario, el templo del euskera” subrayó Zabalondo. Tras la charla y durante la misma velada, el coro Soinu Bidea de la ciudad vizcaína de Basauri ofreció un concierto a los alumnos y socios que se habían acercado hasta la sede de la calle México. Terminado el recital, invitados y anfitriones compartieron empanadas y vino e hicieron entre todos un largo recorrido por el cancionero vasco.

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