jueves, 31 de julio de 2014

Mujeres palestinas toman las calles en Jerusalén

Mujeres palestinas toman las calles en Jerusalén.



Tan Indignadas estamos las mujeres palestinas de Jerusalén que tomamos las calles, y Sarah y yo estamos en las calles desde la mañana. Nosotras vimos cómo militarizaban el espacio de nuestra concentración y les dijimos todo cuanto quisimos, les demostramos que podrían poner todos los soldados y gente de seguridad que quisieran- ¡No pueden parar la resistencia de l@s palestin@s!
La declaración adjunta se encuentra en ambos idiomas, la escribimos juntas con todas las ideas y la perspicacia de las maravillosas mujeres a nuestro alrededor, y esperamos continuar nuestra lucha. Sólo viendo nuestra primera manifestación de hoy en la Puerta de Damasco una sabe que no éramos sólo las activistas feministas, no sólo las mujeres de las organizaciones de la sociedad civil y las mujeres y feministas de ONGs; eran las transeúntes, que estaban de camino hacia el zoco, y se detenían para unirse a nosotras. Eran las vendedoras que dejaban su mercancía al lado y empezaban a corear con nosotras. Cuando nos trasladamos a la segunda manifestación frente a las oficinas de la Unión Europea, las mujeres escucharon nuestras consignas, salieron de sus casas y se nos unieron; luego, cuando fuimos a la tercera manifestación frente a la Cruz Roja, de nuevo se unieron a la marcha más mujeres… Estábamos todas nosotras, procedentes de diferentes lugares, edades, posiciones, partidos políticos que unimos nuestras manos para exigir detener la masacre en Gaza… y llamar a Israel estado terrorista.
El mundo podría no oír nuestras voces y nuestras reivindicaciones, pero teníamos que hablar en voz alta, juntarnos, compartir historias de dolor y poder, mostrar nuestra solidaridad y amor unas a otras… como que el amor es una práctica de libertad.
Hacer la vista gorda ante los ataques terroristas de Israel sobre el pueblo palestino es hacerse cómplice con crímenes contra la humanidad
Hacer la vista gorda ante las masacres de Israel en Gaza hoy es ser cómplice de la brutalidad de Israel y los ataques genocidas contra el pueblo palestino. Nosotras escribimos esta declaración para condenar enérgicamente las recientes masacres y los crímenes de guerra de Israel cometidos contra la población civil y las familias de Gaza y exigir un cese inmediato de los asesinatos indiscriminados y el fin del asedio; y rechazamos firmemente la destrucción vengativa de la propiedad, las infraestructuras y el medio de vida de nuestro pueblo en Gaza.
El despojo continuo del derecho de l@s palestin@s a la vida y a un futuro seguro, la limpieza étnica desde 1948 y de hecho el desarraigo constante, el desplazamiento, la demolición de viviendas, la fragmentación de las familias, la apropiación de tierras y el encarcelamiento crean la desesperación y condiciones de vida sin esperanzas y sofocan nuestras posibilidades para el futuro. Estar en silencio en medio de continuos crímenes, aceptar la ocupación militar y la violencia colonial, aceptar el asesinato de mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, refugiados, campesinos y aldeanos, es aprobar las distintas
maneras coloniales de despojo y negar a l@s palestin@s el derecho a una vida digna.
En el nombre de “Al-tajamo’ Al-nasawiy Almaqdasy”, un grupo de “Coalición de Mujeres de Jerusalén” y feministas del mismo lugar, de todos los segmentos de la sociedad, escribimos para expresar nuestra profunda condena de la continua pérdida de vidas, así como expresamos nuestro rechazo al silencio de las comunidades regionales y mundiales y la complicidad con el cruel proyecto sionista. Nosotras las mujeres estamos horrorizadas por la desposesión sin fin y con el sufrimiento de nuestro pueblo, en Cisjordania, en Jerusalén y en Gaza ocupadas. Nos negamos a aceptar la violencia como parte de la vida diaria de los refugiad@s palestin@s en los diversos campos, así como entre l@s palestin@s de 1948 en Galilea, Naqab, Tringle y más. Estamos indignadas con el terrorismo del régimen colonial de los asentamientos sionistas, así como su maquinaria de opresión que inscribe el dolor y marca los cuerpos y las vidas de nuestras familias, hijas, hijos y comunidades como objetos desechables, “Otros” no humanos y entidades no reconocidas, como cuerpos desnudos y vidas desposeídas del derecho a la vida, a la seguridad, e incluso del derecho a morir con dignidad.
Hoy nos encontramos como mujeres palestinas que rechazan cualquier negación de nuestro derecho a los derechos, y que se niegan a normalizar o justificar la violencia de la ocupación y la colonización israelí, al tiempo que exigimos firmemente el fin del régimen sionista, su maquinaria y su estructura colonial violenta. Han pasado más de 60 años de violencia estructural sionista, un largo periodo de despojo continuo, desplazamiento y desarraigo. Y hoy, en Gaza y por toda la Palestina histórica, volvemos a experimentar el desplazamiento y la fragmentación de nuestras familias y de nuestras comunidades, la creación de miles de refugiados adicionales, volvemos a sufrir la muerte de palestin@s y crímenes contra nuestro pueblo, volvemos a vivir la aniquilación de nuestro futuro y de los derechos de autodeterminación, mientras que el mundo está mirando.
Hoy nos encontramos como mujeres palestinas insistiendo en nuestro derecho a resistir ante la brutalidad del régimen colonial de los asentamientos, y haciendo valer nuestro inherente derecho a defendernos. Hablamos contra la persistente criminalidad y la victimización de nuestro pueblo; exigimos el fin del silencio, el fin de la ceguera voluntaria de la comunidad internacional y la afasia colonial que rodea nuestra catástrofe, y exigimos el derecho a hablar sobre nuestro trauma y nuestra firmeza. Hoy en día nos encontramos con el poder de nuestros antepasados, el poder de nuestra perseverancia y el poder de nuestra justa causa. Nuestra esperanza para el futuro y el amor por la vida alimentan nuestra lucha contra las continuas injusticias; continuamos nuestra larga historia de resistencia popular contra el estado sionista para una vida de seguridad y dignidad. Estamos aquí para hablar –no para ser observadoras voyeuristas, no para ser sepultureras– y sostenemos nuestra lucha para vivir la vida, no para matarla!
En nombre de la justicia de nuestra causa
1.- Primero y ante todo, exigimos el cese inmediato de las masacres y los crímenes de guerra que el estado de Israel está ahora cometiendo en Gaza. Exigimos el fin inmediato de considerar legal nuestro trato injusto y le instamos a detener los continuos ataques y masacres que comenzaron en 1948 en Deir Yassin, Qufr Qasim, Eilaboon, continuaron durante las incursiones en Hebrón y Jenin e incluso en los campos de refugiados de Sabra y Shatila en el Líbano, y continúan hoy en Shejaiyya y otros barrios de Gaza. Exigimos el fin de la brutalidad, el despojo y la demonización que se marca en el cuerpo de l@s palestin@s, en las familias palestinas, en la intimidad de las mujeres, en la sexualidad de las mujeres, en los cuerpos de las mujeres, en los cuerpos de las mujeres embarazadas, en los cuerpos de las mujeres pariendo, el dolor que se inscribe incluso en los cuerpos de nuestros muertos.
2.- Hacemos una llamada a la comunidad internacional y al mundo árabe, sus hijas e hijos, para que presionen a sus gobiernos y detengan la continua Nakba, incluyendo el muy sangriento ataque a Gaza hoy.
3.- Hacemos un llamamiento a las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos y organizaciones humanitarias a trabajar juntas para ayudar a poner fin a la ocupación israelí.
4.- Exigimos el fin inmediato al castigo colectivo que supone enjaular a l@s palestin@s en prisiones cerradas y abiertas, cazar a la gente en sus hogares, en sus lugares de culto, en sus escuelas e incluso en sus cementerios.
5.- Reivindicamos la preservación de la seguridad para las valientes mujeres palestinas que continúan resistiendo la opresión colonial a través de su contribución diaria, sus intentos cotidianos para brindar seguridad y protección a los más vulnerables de nuestra gente – sus seres queridos, sus bebés incluso en sus vientres, sus estudiantes, sus jóvenes, nuestr@s niñ@s, l@s ancian@s y necesitad@s – y para preservar nuestra historia, cultura y continuidad como pueblo.
6.- Instamos a la comunidad feminista internacional, incluyendo premios Nobel y otras activistas, a levantarse frente a la continua violencia que se dirige hacia los individuos palestinos y nuestra sociedad en su conjunto, y para trabajar fuertemente en la prevención de continuas masacres, el desplazamiento forzoso y la destrucción de nuestro tejido social.
7.- Hacemos una llamada a todos los pueblos del mundo que han sufrido atrocidades, deshumanización, desplazamientos y crímenes de guerra para estar con nosotras y hacer oír su voz.
8.- Exigimos la rendición de cuentas de los criminales, tanto si estos delincuentes son los representantes del Estado de Israel, organizaciones privadas o individuos, y detener a Israel por sus crímenes de guerra y obligar al Estado a respetar los Tratados Internacionales como la 4ª Convención de Ginebra, el Estatuto de Roma y otros tratados relacionados.
9.- Instamos a todas las personas de conciencia a apoyar el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), desinvertir en Israel, imponerle sanciones económicas y excluir a Israel mientras sea definido como Estado terrorista.

Firmado por la Coalición de Mujeres de Jerusalén
A 25 de julio de 2014.
(La Coalición incluye a las mujeres de todos los sectores de la sociedad palestina, con todas sus diferencias)


Traducción del inglés: Sofía Segura, MdN de Sevilla

jueves, 17 de julio de 2014

La única excepción

Cronopiando
Koldo Campos Sagasaeta
La única excepción
Ningún periodista, cuando insiste en la supuesta vocación por el subdesarrollo que asegura manifiesta Latinoamérica, cita como descargo a tan triste suerte, como antecedente a tener en cuenta, el genocidio conquistador que, en apenas 50 años, deshabitó el continente americano y marcó con fuego su destino arrasando sus recursos naturales e imponiendo sus credos y mercados. Nadie que escriba o hable en los medios de comunicación sobre la pretendida incompetencia y corrupción de los gobiernos latinoamericanos, se entretiene en la colonia, tan cerca en algunos casos, para explicar esa devoción por el vasallaje.
Ocasionalmente, Vietnam vuelve a ser noticia por una u otra razón, pero nadie recuerda el genocidio de ese pueblo a manos de franceses primero y estadounidenses después. Nadie repasa la nómina de los millones de vietnamitas muertos antes de desenvainar de nuevo la pluma y criticar, por ejemplo, a sus actuales autoridades.
África ha sido tantas veces rota, tantas descompuesta, queda tan poco de África que no se haya saqueado o pervertido, que ni solución pareciera tener en el futuro un continente que acumula guerra sobre peste y en el que la sequía sólo cede su espacio en los titulares a la hambruna, pero nadie que censure la insultante opulencia en que viven algunos presidentes y monarcas africanos recuerda los ejemplos que les han servido de modelo, o los países que la colonizaron antes o la siguen saqueando en la actualidad, países que tienen asiento en el llamado primer mundo.
No hay pueblo que no haya sufrido alguna vez el loco ultraje de la guerra, que no haya sido devastado, condenado a la hoguera, perseguido, dispersado. La historia es una larga sucesión de éxodos, de pueblos errantes a la búsqueda de un espacio propio en el que la vida no sea un acertijo, de odiseas por el infierno a la espera de un puesto de trabajo o de un carnet de residente, pero ningún pueblo dispone de un pasado que lo exculpe, ningún Estado disfruta de una coartada que lo justifique, excepto… el Estado de Israel.
Cada vez que alguien decide recordar en una simple cuartilla de opinión, a la que todavía no alcanza el veto estadounidense, el casi centenar de resoluciones de Naciones Unidas de las que Israel se ha burlado y desconocido, parece obligado, previamente, a rememorar el genocidio nazi hace más de medio siglo.
Cada vez que condenamos el terrorismo de Estado que impone Israel bombardeando ciudades, destruyendo infraestructuras, asesinando a miles de árabes o palestinos, se impone, antes que nada, referir la solidaridad para con las víctimas del holocausto judío hace más de medio siglo.
Cada vez que recurrimos a la Convención de Ginebra para censurar que Israel practique detenciones indiscriminadas, use fósforo blanco, torture a los presos, ataque vehículos de la Cruz Roja o dispare y mate a funcionarios de Naciones Unidas, se exige, como paso previo, la enérgica condena de la persecución de los judíos hace más de medio siglo.

Cada vez que reprobamos que el ejército israelí disfrute de patente de corso para asaltar navíos en aguas internacionales, asesinar cooperantes pacifistas o robarles sus pertenencias, se nos demanda considerar los millones de judíos asaltados, asesinados y robados, hace más de medio siglo.
Cada vez que alguien condena el crimen de una joven cooperante estadounidense aplastada por una excavadora israelí, nunca falta quien, a nombre del asesino, denuncie en la condena una muestra de antisemitismo.
Cada vez que alguien rechaza el asesinato de un palestino nunca falta quien encuentre en el rechazo a semejante crimen una expresión de odio a los judíos.
Cada vez que alguien censura aberraciones como las que ocupaban a niñas y niños israelíes, escribiendo mensajes insultantes sobre las bombas que sus soldados arrojarían sobre pueblos árabes, o a soldados israelíes mofándose y denigrando a sus prisioneros, nunca falta quien descubra en la condena una “intolerable” ofensa a la comunidad judía.
Y me pregunto si aquel holocausto fue un crimen contra la humanidad o una indeclinable licencia para el crimen. Y me pregunto si aquel genocidio fue expresión de la barbarie nazi o el mejor pretexto del Estado nazi de Israel. Pero, sobre todo, me pregunto hasta cuando ¡coño! se lo vamos a tolerar.
 

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